Hoy Lunes 7 de Nov. es un día muy especial.. ps hay Luna Llena en el cielo al lado de una pequeña estrella bien brillante que la acompaña en la soledad del cielo, aún recuerdo cuando mi bisabuelo me contaba este lindo cuento en las noches de Plenilunio... realmente era algo bien lindo contemplar la Luna en el pueblo de Aquia, cada noche escuchaba atentamente cuando me la contaban e imaginaba el cuento entre sueños... después de escucharla.. contemplaba la luna.. y caía una lagrima... siempre pensaba por el final del conejo.. pero también por el sacrificio del conejito.. ahora que he crecido en años.. aun conservo esos recuerdos... y no sé porqué hoy más que nunca.. los recuerdos... regresan a mí.. haciéndome caer una lagrima... muchas veces pensaba que seria como el conejo del cuento... no lo sé... si podre entregar todo mi corazón en las cosas que hago, a las personas que quiero (familia y amigos)... y ayudar a las demás personas en todo lo que pueda... dando siempre lo mejor de mí.. aunque no sea mucho que pueda hacer.. si lo hago de corazón es lo que importa...
Ahora más que nunca.. quiero dar mi corazón y dar todo lo que puedo brindar.... A veces tengo miedo, dudas de seguir adelante... pero no importa si salga lastimado o sufra mucho... tengo que intentarlo...
De verdad... te quiero mucho... no te quiero hacer daño por nada del mundo y nunca lo haría... siempre te llevo presente en mi corazón, eres una persona muy importante para mí.. y eso nunca cambiara.. te quiero mucho de verdad...
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Hace mucho tiempo en la India, había un precioso bosque. El más bonito que nunca había existido. Había árboles de todos los tamaños y formas, cargados de frutas. Las flores eran de todos los colores que se puedan imaginar y desprendían dulces olores. Los animales vivían felizmente en aquel bosque desde hacia miles de años.
Entre todos los animales, cuatro se hicieron muy amigos: el mono, la nutria, el elefantito y el conejo. Todos ellos querían mucho al conejo, que era, además, el animal más querido por todos los animales del bosque. Y os preguntaréis porque le querían tanto. Porque era un ser muy especial: sabio, generoso, valiente y sincero. Pero lo más importante de todo es que tenía un corazón de oro.
A los animales del bosque les gustaba escuchar las historias que explicaba el conejo. Se sentaban a su alrededor y se quedaban boquiabiertos escuchando cómo el conejo les contaba cosas acerca del poder de las plantas y las flores para curar y del poder del amor para transformar. También les hablaba de las lejanas estrellas, de los planetas y de la energía y la magia. Todos los animales acudían a escucharlo, incluso los más fieros como el tigre y el cocodrilo.
La amabilidad del conejo brillaba desde su interior como la luz de la luna. Todos los que se acercaban a él se sentían inspirados. Así, sus tres amigos, el mono, la nutria y el elefantito empezaron a cambiar sus defectos.
El mono, a quién siempre le había gustado hacer bromas y molestar a todos, se volvió más considerado y ayudaba a todos los animales. La nutria, que siempre había sido muy tragona y egoísta con la comida, ya que se guardaba todo el pescado para ella, empezó a repartirlo y a ayudar a los demás. El elefante, que siempre había sido muy reservado y nunca decía a los otros animales donde estaban los manantiales, empezó a compartir lo que sabía y a ayudar a los demás. Y el conejo se volvió todavía más amable y el brillo de esa bondad y amabilidad de su corazón fue incluso más intenso que antes.
Y un día el conejo tuvo una idea y llamó a sus cuatro amigos:
- Como nosotros tenemos mucha comida y agua, y mucho amor y amistad, podríamos ofrecer nuestros alimentos y nuestros sentimientos al resto del mundo, a los pobres y a los niños hambrientos.
Y mientras el conejo bondadoso decía esto, pasó por allí el espíritu celestial y escuchó lo que estaba diciendo. Se quedó tan sorprendido de la bondad del conejo, que decidió seguir muy atento a todo lo que ocurriera a partir de aquel momento.
El conejo continuó:
- Mirad la luna, amigos. Esta noche está resplandeciente y con su luz transforma la oscuridad en brillo. Nosotros podríamos hacer lo mismo con nuestro amor. Podríamos transformar la tristeza y los problemas en alegría.
Y acordaron llevar la felicidad a todos los que entraran al día siguiente en el bosque.
Aquella noche, los cuatro animales planearon lo que cada uno iba a hacer para mejorar el mundo. La nutria prometió ir a pescar y regalar todos los peces. El mono prometió regalar todos los mangos que encontrara. El elefante prometió encontrar un nuevo manantial y regalar toda el agua que pudiera coger.
Todos durmieron felices esa noche. Todos menos el conejo, que aún no había encontrado nada que pudiera ofrecer. Su único alimento era la hierba, que no gustaba a casi nadie. No tenía nada que ofrecer. Pensó y pensó, mirando la luna llena y cuando ya estaba a punto de dormirse sin haber encontrado nada, tuvo una idea. Recordó que a los humanos les gustaba comer conejo. Entonces prometió que se regalaría a sí mismo. Y se durmió tranquilo y feliz.
El ser celestial, que había estado escuchando todo oyó la promesa del conejo. Era increíble que un simple conejo fuera tan bueno y desinteresado. Entonces decidió ponerlo a prueba. Quería comprobar si el conejo había hecho en serio esa promesa.
Al día siguiente, el ser celestial bajó a la tierra disfrazado de mendigo y llamó a los animales del bosque:
- Ayudadme por favor, me he perdido y tengo hambre y sed
Todos los animales acudieron corriendo hacia el mendigo
- Nosotros te ayudaremos - le dijeron. Te daremos comida y agua y te ayudaremos a encontrar el camino de vuelta a casa.
El mono saltó a un árbol y bajó con unos cuantos mangos y se los ofreció al mendigo. La nutria se metió en el río, pescó varios peces y también se los ofreció al mendigo. El elefante corrió hacia un manantial que había descubierto, sorbió con su trompa toda el agua que pudo y se la ofreció al mendigo. Entonces el conejo se acercó y dijo muy seguro:
- Haz un fuego y yo saltaré dentro de él para que puedas comer mi carne
El gran espíritu estaba sorprendido de la valentía del pequeño conejo. Chasqueó los dedos y dijo algo e inmediatamente surgió un fuego. Entonces, el conejo, sin pensárselo dos veces, saltó sobre el fuego, pero no se quemó, porque en aquel momento el ser celestial lo cogió en la palma de su mano. Entonces le dijo:
- Tu amor y tu valentía superan todo lo que he visto en esta tierra. Todo el mundo debería conocer tu acto desinteresado. Te voy a colocar en la luna para que todos cuando te vean, te recuerden y aprendan de ti. Aparecerás en cada luna llena y tu amor brillará en la luz de la luna.
Y con estas palabras, elevó al conejo hacia el cielo y lo colocó en la luna.
Todavía hoy se puede ver su silueta en las noches de luna llena. Así que, la próxima vez que haya luna llena, salid a mirar el cielo y veréis un conejo en la luna y recordad que, igual que le ocurrió al conejo, si regaláis algo precioso podéis recibir a cambio algo muy especial.