EL CHACAL KYOSUKE

EL CHACAL KYOSUKE
La Esencia del Atiy

martes, 6 de abril de 2021

Sueño en un horizonte incierto

 

Aquella tarde donde todo se había vuelto de un aroma primaveral donde la calidez del ambiente era contagiante al cuerpo que estaba en un invierno estacional, el pequeño corazón seguía latiendo cada vez más rápido y algunas veces lento, contemplaba el mar desde un balcón o tal vez un mirador, a veces él se preguntaba para reflexionar sobre lo qué hacía en ese lugar y cómo ese lugar influía en su misma alma de amante.

Minutos antes de llegar al lugar de sus más grandes meditaciones del corazón, recibió un mensaje de la mujer que le robaba el sueño, le quitaba el aire para vivir en calma, no existía nada como su sonrisa decía diariamente a sus amistades, sus ojos eran tan dulces que no importara lo malo que hubiera sido el día con tan solo contemplarlos bastaba para olvidar las penumbras y el sufrimiento causado en el interior de un corazón doliente y un alma en pena que él mismo se consideraba al reflexionar sobre su vida o tal vez de su forma de vivir tan peculiar y lleno de esperanza.

Un mensaje que solo tenía pocas palabras, cinco palabras para ser exacto: NO IRÉ, LO SIENTO, ADIÓS. Lo cual al terminar de leerlo le causó una gran extrañeza debido que ella nunca había escrito de esa manera, nunca se había expresado ni en las peores peleas que habían tenido los dos en un pasado juntos, fue en verdad algo que nunca había pensado que sucedería sobre todo en el día donde se conocieron, en el día que comenzaron a compartir un ideal juntos, el día donde expresaron su verdad ante el otro, el día que empezaron a ser más que amigos…

Era el día en el cual conversarían sobre el siguiente paso tan buscado por ambos, era el día cuando realizarían la promesa sobre lo que iniciaron un mismo día que ahora estaba viviendo…

No entendía los motivos de aquella decisión, o tal vez se estaba complicando mucho con respecto al mensaje de texto, en ocasiones anteriores al menos llamaba media hora antes para cancelar y/o justificarse, qué habrá ocurrido se preguntaba y se cuestionaba; el paisaje era el mismo de siempre, nada había cambiado, quizás los árboles que dejaban caer hojas de diferente color debido a la estación del año, o algunas flores que ya habían brotado en el jardín.

Bueno, bueno… exclamó para sí, fue caminando al árbol que lo acompañaba en momentos de reflexión, se sentaba al costado del árbol recostado en su tronco ya senil de tantos años de contemplación de los amaneceres y de los ocasos que sucedían en el día a día. Era un momento tan especial para él pues le permitía ver el mar, observar el cielo, pero sobre todo contemplar el ocaso del día, cuando el sol descendía despidiéndose del día que lo vio nacer una vez más. Había pasado una hora desde que había leído el mensaje, una hora de reflexión sobre su vida y la de ella al lado suyo. Tal vez, quizás, no era el indicado para ella y solamente decidió marcharse de esta manera para no sufrir y que no sufra yo. Después de suspirar cogió una pequeña piedra y dejó caer una lágrima en ella; al instante contempló el ocaso que se desvanecía en el horizonte, y la tiró con todas sus fuerzas…

Inclinó la cabeza para descansar y dejar de pensar en tantas cosas que le venían a la mente, a la memoria; cuando de pronto sintió una brisa que bordeaba su cuello; era una mano que tocaba su hombro, y le decía tiernamente: ACEPTO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario